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La liposucción es una intervención quirúrgica que consiste en la aspiración de la grasa acumulada y localizada mediante unas finas cánulas conectadas a una máquina de vacío. Para introducirlas sólo se requieren unas incisiones mínimas, por lo que las posibles cicatrices serán prácticamente imperceptibles. Generalmente, la operación se realiza con anestesia local y sedación, aunque puede variar según sean las características propias de cada paciente y del área a tratar.

Esta operación suele tener una duración aproximada de entre una a dos horas, y siempre debe llevarse a cabo en un quirófano y en clínicas acreditadas para garantizar todas las medidas de asepsia y seguridad. Una vez realizada la operación, se coloca una prenda compresiva que ayudará a la piel a ajustarse a su nuevo contorno corporal, que deberá llevarse durante unas cuatro semanas. Es normal que aparezcan hematomas e inflamación en la zona intervenida que irán desapareciendo paulatinamente. Los masajes de drenaje linfático ayudan a este cometido

La liposucción, también conocida como lipoescultura, es una técnica quirúrgica empleada para eliminar depósitos de grasa de determinadas zonas del cuerpo, incluyendo las mejillas y el cuello, los brazos y las mamas, el abdomen, las nalgas, las caderas y los muslos, y las rodillas y los tobillos. Las liposucciones se realizan siempre en el quirófano de un hospital y, dependiendo de las zonas, se emplea anestesia local y sedación o anestesia general. La técnica consiste esencialmente en la aspiración de la grasa mediante la introducción de una cánula que está conectada a una máquina de vacío o a una jeringa especial, según el caso, y realizando numerosos túneles en el área previamente marcada. Una vez realizada la operación, se utilizará un vendaje compresivo o una prenda elástica según el área tratada.   

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